La reflexología facial es un moderno método terapéutico de estimulación facial realmente muy eficaz y totalmente natural para tratar diversas afecciones, en especial para tratar trastornos y dolores musculo-esqueléticos, parálisis, regula funciones orgánicas, desequilibrios emocionales y, entre otras cosas, activa la microcirculación sanguínea. Esta es una alternativa complementaria que tiene su origen en la medicina oriental, y ha sido practicada desde hace ya miles de años. Esta técnica es una variante de la ya conocida reflexología podal, con la ventaja de que esta integra los nuevos descubrimientos en neurología.
¿Cómo se lleva a cabo el tratamiento?
El tratamiento se lleva a cabo mediante la presión manual de diversos puntos en distintas zonas de la cara y cráneo, cada uno con una relación específica con el sistema neuromotor y neurovegetativo. La presión tiene la función de estimular y producir la liberación de neurotransmisores y endorfinas que actúan en funcionamiento orgánico endocrino, circulatorio y linfático de todo el organismo, equilibrándolo y estabilizándolo.
El rostro humano posee alrededor de mil doscientas terminaciones nerviosas que están relacionadas con el sistema nervioso central. Estas zonas reflexológicas mantienen una estrecha comunicación con órganos internos y glándulas, así como con el sistema circulatorio y el sistema linfático. Se conectan, además, con los canales energéticos conocidos como meridianos (nadis) por la medicina china.
Una sesión consiste por lo general en un análisis facial para que el terapeuta se de una idea de cómo se encuentra el paciente. Según la afección se decide el tratamiento. Una sesión dura aproximadamente una hora u hora y media, y suele prolongarse unos 2 o 3 meses, según el caso. Las sesiones por lo general se imparten una vez a la semana.
La reflexología facial es muy útil para tratar afecciones como:
• Parálisis facial
• Fibromialgia y neuralgias
• Regular el metabolismo
• Epilepsia
• Autismo
• Daños cerebrales
• Desequilibrios emocionales como angustia, ansiedad, depresión, bipolaridad, falta de memoria, insomnio, hiperactividad, trastornos del aprendizaje, falta de concentración, pánico, fatiga mental, dispersión mental, etc.
• Desequilibrios hormonales
• Problemas de postura y de columna
• Esterilidad
• problemas de columna.
• Coordinación motora y simetría muscular
• Tartamudez, dislexia o problemas de lenguaje
Para facilitar el tratamiento, antes de cada sesión se aplica un aceite natural de rosa mosqueta, aceite de oliva u otro extraído en frío. Luego, el terapeuta distinguirá los puntos a tratar y hará una presión suave en aquellas zonas del rostro que así lo requieran, con la intensión de desbloquear energéticamente los nervios y permitir el libre y adecuado flujo de impulsos nerviosos y de la circulación sanguínea. Un bloqueo se puede sentir cuando se forma un depósito de fibras en el nervio (o punto) que impiden dicha circulación. La secuencia del tratamiento suele seguir 12 pasos: estiramiento de la piel con los dedos suavemente unas siete veces, presionando de manera firme el tejido y deslizando los dedos con cierta presión por encima de la zona a tratar. Cada zona se trabaja entre 1 y 3 minutos, según su extensión.
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